Sueño rodante 2020 / Proyecto # 1
Abril 28 de 2020 / Sesión 1 ¿Hemos vivido siempre en guerra? ¿Cuánto es siempre?
Objetivos:
conocer obras y experiencias poéticas que han tenido como eje temático la guerra y la violencia en Colombia.
reflexionar sobre cómo el arte, en este caso la poesía y la fotografía, nos sirven para entender aspectos de la guerra en Colombia.
pensar, imaginar y hacer conexiones entre las obras-experiencias vistas y la dimensión cotidiana: el paisaje, el barrio, la casa, etc.
Primera parte. Lectura para comenzar: “Un hombre grande, de 11 años” (a cargo de la profesora Violeta Guevara)
Leímos unos apartes del trabajo de la periodista Pilar Lozano, del capítulo II del libro “Crecimos en la guerra.”
De Pilar Lozano. Esta lectura nos sirvió para ubicarnos en un capítulo específico de la guerra colombiana de los años recientes: la participación forzada de muchas niñas y niños en nuestra guerra. También, pudimos acercarnos a un fenómeno económico surgido en este contexto de guerra: el trabajo de los raspachines, las personas que van a los cultivos de coca a recoger las hojas que luego serán procesadas para fabricar cocaína.
Hagámonos preguntas:
¿Conocías ya sobre esta situación de los raspachines?
¿Sabías que muchas niñas y niños han tenido que pelear y trabajar, casi siempre de manera forzada, en muchos capítulos de esta guerra?
¿Qué tal nos pareció la historia de Émerson, el “Mono”?
¿Qué creemos que pudo pasar con su vida después de la escritura de esa crónica?A partir de esta lectura, ¿qué pudimos comprender sobre la guerra reciente? ¿quiénes aparecen en esta guerra?
Segunda parte: presentación general sobre el tema de la guerra colombiana, bajo esta pregunta: ¿hemos vivido siempre en guerra? ¿cuánto es siempre? (a cargo del profesor Miguel Tejada)
En este enlace, podemos descargar en PDF las diapositivas de la presentación realizada el martes 28 de abril de 2020.
Nos interesaba con esta presentación poder ubicarnos respecto al tema de la guerra, y esto lo hacemos, por supuesto, lanzando algunas preguntas:
* ¿Por qué será que muchas personas dicen que Colombia ha estado siempre en guerra, o que Colombia es un país que siempre ha sido violento?
*¿Quiénes son las personas que han participado en esta guerra? O en estas guerras. ¿Quiénes son los que se enfrentan? ¿Por qué se han producido estos enfrentamientos?
*¿Qué relación tienen las guerras que ocurren después de la independencia de la colonia española con las guerras de los años más recientes? ¿Será que podemos decir–como mucha gente lo cree– que se trata de una sola guerra muy larga?
Es normal que se nos queden muchas preguntas por fuera. Pero esta es una buena forma de comenzar a comprender este tema. Les recomendamos que revisen otra vez las diapositivas y piensen en algunas de las preguntas que les planteamos allí.
Nos parece importante, sobre todo, pensar en por qué será que es importante trabajar a través del arte con el tema de la guerra. Y, también, nos interesa mucho que piensen en cómo o qué se le puede contar a otra persona sobre esto. Si tuvieran que enviar un mensaje, un correo electrónico, un audio, o, por qué no, una carta escrita, como se hacía antes, ¿qué les gustaría contar? y…¿a quién?
Foto de Jesús Abad Colorado.
Tercera parte: El testigo
Recuperemos algunas de las preguntas claves que surgieron después de ver el documental de Jesús Abad Colorado:
-¿Por qué el fotógrafo Jesús Abad se dedicó a trabajar sobre la guerra?
-¿Por qué estaba ahí? ¿Por qué estaba justo en el momento, por qué sabía dónde ocurrían estos hechos?
Jesús Abad Colorado (El Tiempo)
Estas dos primeras cuestiones tienen que ver con la vocación profesional del fotógrafo periodista: es su trabajo. Ha recibido una formación académica, teórica y práctica para investigar y comprender el fenómeno de la guerra en Colombia. Y tras esta formación, se ha ubicado en el campo de los medios de comunicación, donde ha podido tener un respaldo y unos recursos para llevar a cabo sus proyectos…
Pero, ¿por qué se interesa por este tema?
Aquí podríamos hablar de una decisión personal. Una convicción propia. Y esta decisión tiene que ver con algo muy importante para este proceso de reflexión que estamos haciendo: su historia familiar. Su relato, su experiencia de vida; el dolor de sus parientes, que se transmite a través de los años como se transmiten los rasgos de la personalidad.
¿Puede uno curarse o sanarse de ese dolor? ¿Puede uno deshacerse de esta carga?
Lo que sentimos cuando vemos las fotos de Jesús Abad y cuando oímos sus relatos, es que su trabajo con las personas, con las víctimas, es parte de un proceso de sanación, de una búsqueda de alivio y sosiego; es un proceso largo, complejo, a veces muy problemático. Lo que podemos percibir en sus palabras y en la forma como se relaciona con las personas, es que él reconoce en el dolor de los demás su propio dolor, su tragedia familiar, y por esto su forma de acercarse a las personas, su mirada sobre lo que les ha ocurrido, es compasiva: se sitúa junto a los otros y les brinda gestos, palabras, para devolver la calidez y el afecto que se arrasan cuando se sufre o se padece un hecho de violencia.
Cuarta parte: cantos, poemas
Leímos dos obras poéticas que abordan el tema de la guerra en Colombia: “El canto de las moscas”, de María Mercedes Carranza, y “Un día maíz”, de Mery Yolanda Sánchez.
Pudimos hablar, después de oírnos leyendo pasajes de estos trabajos, de la relación entre la poesía y la música, entre poema y canto. Y esa relación es muy importante para nuestro trabajo de reflexión, porque nos permite ver que el sentido de la poesía, como el sentido de la música, consiste en hacernos sentir, en producirnos emociones, en llevarnos a otros lugares o a otros tiempos a través de la evocación, la nostalgia o el deseo.
No se trata, en todos los casos, de un proceso de comprensión o de análisis: podemos interpretar los poemas, podemos pensar en lo que nos dicen o nos sugieren, pero no estamos obligados a entender o analizar todos las letras de un poema. Eso, el entender y el descifrar, es un trabajo especializado que hacen las personas que se dedican a estudiar la literatura. Es un trabajo que requiere un buen nivel de conocimiento de la lengua y un buen conocimiento histórico.
Portada de “El canto de las moscas” 1998
Pudimos apreciar, finalmente, que los estilos y las formas de ambos trabajos son bastante distintos: los cantos de María Mercedes Carranza son breves, de pocas líneas, y las imágenes que nos presentan se perciben casi que a primera vista. También es importante notar cómo los cantos sugieren una especie de ruta del horror, un recorrido a través de la geografía desconocida de nuestra guerra.
Canto 10. Amaime
En Amaime
los sueños se cubren
de tierra como
si fueran podredumbre
De “El canto de las moscas”
¿Podría uno hacer un mapa de la guerra a partir de estos cantos?
¿Cómo sería ese mapa? ¿Cómo te lo imaginas?
Por otro lado, el trabajo de Mery Yolanda Sánchez nos pone a contemplar fotografías y cartas; es decir, la voz o las voces que la autora nos presenta tienen, a veces, el tono de una carta; te hablan, te cuentan, te describen y te miran. Esa es la sensación: la voz te tiene en cuenta. Pensemos en la escritura de una carta: queremos tocar con las palabras a esa otra persona; queremos que sienta nuestras palabras, como si sintiera nuestras manos. También, las palabras de la autora parecen fotografías, como si la autora nos compartiera su mirada, su experiencia, como si nos dijera: hoy salí a la calle y vi esto.
¿Cuál sería nuestro relato, nuestro canto, nuestro poema? ¿Cómo le hablaríamos a otras personas sobre nuestra vida, sobre nuestros recuerdos, sobre nuestros sueños? ¿Cómo les hablaríamos a otras personas sobre nuestro país?
Sesión 2
(muy pronto)
Sesión 3
(muy pronto)